El safari fotográfico se está consolidando en el país y Esquel es un destino especial para practicarlo. La cordillera, los lagos, los bosques y su variada flora y fauna, generan un entorno que invita a conectarse y a capturar toda la magia de la naturaleza. Mirá en esta nota todas las opciones que hay en la ciudad para practicar esta atrapante actividad.
Esquel, un lugar especial para el safari fotográfico
Las estaciones tan marcadas y características que tiene Esquel, la convierten en un paraíso para practicar safari fotográfico durante todo el año. Hay contrastes inimaginables para distancias tan cortas: entre el Parque Nacional Los Alerces y Piedra Parada.
Además, la ciudad está ubicada en un ambiente de ecotono, punto medio entre el húmedo bosque andino patagónico y la estepa. Cerros y espejos de agua armonizan la convivencia entre estos ambientes tan opuestos y cercanos, dotando a Esquel de una singular diversidad de especies residentes y migrantes, que no se repite en otras localidades de la región.
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Las cuatro estaciones y el safari fotográfico en Esquel
Al igual que el país en general, Esquel en particular tiene muy bien definidas las cuatro estaciones. Durante el año, la vida silvestre muta con la llegada de cada estación, generando novedades permanentes.
Primaveras y otoños de exultantes migraciones multicolores, veranos de abundante diversidad e inviernos de postales sorprendentes, cautivan la atención de visitantes que arriban durante todo el año con los sentidos a flor de piel y prestos a la pausa que requiere la observación atenta.
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Esquel es un paraíso intermedio entre los colores intensos del bosque de lengas, con sus arroyos y cascadas que se esconden, donde desde el cielo sólo se ve un impresionista manchón verde; y el horizonte insondable de la estepa, transmitiendo libertad y paz.
Senderos trazados con o sin guías
Si bien cada quien puede salir con su paciente caminar, sus binoculares y su cámara a recorrer lugares, en Esquel hay guías especializados que vienen trabajando hace unos años en el diseño de recorridos que permitan acercarse a la diversidad de la vida silvestre en término de una o dos jornadas, una semana e, incluso, quince días.
Además, cada año también se ofrecen safaris fotográficos estacionales de cinco días en los que se recorren 1200 kilómetros en camionetas 4×4, para reconocer la transición bosque – estepa. Estas salidas se realizan tanto en primavera como en otoño e invierno, permitiendo observar la evolución anual de las especies, las adaptaciones para sobrevivir y los cambios que se producen en el paisaje.
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Increíbles caminos por descubrir
Caminos de ripio secundarios llevan a sitios poco visitados y paisajes vírgenes que, fuera de los circuitos turísticos habituales, desbordan la capacidad de asombro de los aventureros exploradores. Empero, los lugares más característicos de este recorrido no quedan excluidos: el Parque Pumalin en Chile, el Parque Nacional Los Alerces (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), Piedra Parada y Bahía Bustamante, entre otros atractivos.
Las especies más buscadas por los fotógrafos y visitantes
Carpintero Gigante
El carpintero gigante, aquel que fue popularizado como “pájaro loco”, por el dibujante Ben Hardaway (que también dibujara a Bugs Bunny y al pato Lucas) es una de las especies más buscadas por los visitantes que arriban a Esquel.
El carpintero gigante mide unos 35 centímetros y es el más grande de Sudamérica. Tiene un canto característico y a veces es posible llamarlo, golpeando con una piedra un árbol para imitar su pico buscando larvas y gusanos en las cortezas. El macho tiene cuerpo negro y la cabeza roja con el típico copete, igual al “pájaro loco” del dibujo animado. La hembra es toda negra, con un dejo de rojo sólo en la base del pico.
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Cóndor
Sin duda, otra de las especies características que también es demandada por los gustosos del safari fotográfico es el cóndor, ave singular de la Patagonia, que anida en la cordillera. Puede recorrer hasta 600 kilómetros en un mismo día para alimentarse en la costa atlántica y volver a su hogar, aprovechando las corrientes térmicas.
Cachaña y otras aves
Otras especies buscadas son: el loro del bosque denominado cachaña, que es la cotorra más austral y primitiva del mundo, y los flamencos, inimaginables para muchos en zonas que no tengan climas tropicales. También llaman la atención el aguilucho andino en la alta montaña, los churrines andinos y los chucaos. Todos ellos muy solicitados por los observadores más avezados.
No obstante, dentro de la ciudad se ven también cabecitanegras austral, tordos, cachuditos pico negro, raras, diucones, jotes cabeza negra, carpinteros pitíos, diucas, bandurrias, chingolos y gorriones, y el picaflor rubí que llega en invierno cuando escasean las flores en el bosque y con la primavera emprende la vuelta.
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La intransferible experiencia de mirar
Cada mirada depende no sólo de las cualidades del observador, sino de la oferta del entorno e, incluso, del contexto del grupo en el que se desarrolla. A Esquel arriban visitantes que se inician en esta práctica ecoturística y disfrutan de ver la vida silvestre sin cámaras y menos aún, tomando nota de los nombres y características particulares de cada especie. Solo se dejan llevar por la contemplación, binoculares mediante, para admirar cada movimiento con la inocencia y la inabarcable imaginación de un niño.
En el otro extremo, también hay quienes llegan con cámaras fotográficas de última generación y sus álbumes casi completos, buscando a aquella especie que les es esquiva. Con anotaciones minuciosas, datos precisos, y con el objetivo delimitado como única razón para abordar las excursiones.
En el medio, una amplísima gama de observadores, motivados por diversos intereses que van desde la curiosidad, el registro fotográfico, la ecología y el cuidado ambiental, al fanatismo obsesivo por tales o cuales especies y la contemplación zen de la naturaleza.