Corredor de los Andes: un recorrido por postales vivas de la Patagonia

El Corredor de los Andes es un paseo que une maravillosos destinos de la Patagonia. Lo componen dos provincias y recorre cerca de 300 kilómetros, pasando por 11 localidades que contienen la esencia más pura de la región. La mítica Ruta 40 es el canal guía de este hermoso derrotero que brinda un amplio abanico de propuestas para todos los gustos.

Grupo de gente sacandose una foto en una de las paradas del Corredor de los Andes en la Patagonia.

Un camino de belleza pura por el Corredor de Los Andes en la Patagonia

Dos localidades rionegrinas y nueve chubutenses dieron vida al Corredor de los Andes. El verde del bosque patagónico y los picos nevados, se abrazan con los lagos y ríos en esta propuesta de turismo.

Con condiciones meteorológicas favorables, estos 300 kilómetros se recorren en unas cinco horas de viaje en automóvil. Abarca desde El Manso y El Bolsón, en el extremo suroeste de Río Negro, hasta Corcovado, pasando por Esquel, en el centro del Chubut.

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Cuatro accesos internacionales conectan a la Argentina con Chile. Una decena de pueblos comparten ríos, lagos y bosques, con el cobijo de la Cordillera de los Andes en el oeste inmenso.

Parque Nacional Lago Puelo

La mítica Ruta 40 es el canal guía, del que se desprenden otras trazas nacionales y provinciales que conectan las localidades. El paisaje hermana el aire, la tierra y el agua, confluyendo en panoramas inigualables para los gustosos de la fotografía y del paisaje majestuoso.

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Los protagonistas del Corredor

La propuesta del Corredor comprende a las localidades rionegrinas de El Manso y El Bolsón. En Chubut alcanza a El Maitén, El Hoyo, Lago Puelo, Epuyén, Cholila, Gualjaina, Esquel, Trevelin y Corcovado. Esta iniciativa propone disponer de unas dos semanas para dar cuenta del inmenso manojo de postales vivas que habitan en los mencionados 300 kilómetros.

Sendero por el Corredor de los Andes en la Patagonia.

Las aventuras patagónicas

Amén de las bellezas propias que tienen en común estos destinos, las ofertas son el común denominador que sorprende. El Corredor permite recorrerlas pasando la noche en hosterías, hoteles o cabañas, para retomar la actividad por la mañana. Sin duda, la naturaleza patagónica, con sus variantes, es la mejor aliada para esta aventura.

Grupo de gente haciendo rafting en uno de los puntos del Corredor de los Andes de la Patagonia.

Las personas se sorprenderán en los inmensos lagos cristalinos, donde los paseos náuticos permiten disfrutar de un paisaje exultante. Y quienes buscan vivir experiencias emocionantes con la adrenalina a todo vapor, encontrarán su premio en el rafting por los rápidos ríos de montaña: una de las opciones predilectas.

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Más propuestas

Por tierra, de acuerdo a la estación del año, la flora patagónica estalla en colores, con la predominancia de verdes intensos que se destacan en primer plano con el imponente fondo de la Cordillera. Diversos recorridos de caminatas y cicloturismo, tanto en las zonas más altas como en los valles, son ideales para tomar dimensión cercana de la riqueza natural y las actividades productivas de la región.

Cajón del Azul, El Bolsón

Paseo por el cielo patagónico

También hay opciones para quienes quieren alejar sus pies de la tierra: el clásico parapente, los vuelos de “bush flyings” y el canopy o tirolesa, ofrecen tres maneras diferentes de vivir los paisajes patagónicos desde el aire.

Canopy en la cordillera, Corredor de los Andes en la Patagonia.

Cerros nevados, viñedos, campos sembrados y los lagos, se toman de la mano, a la vista de quienes abordan las avionetas que surcan el cielo en vuelos que, en menos de una hora, brindan postales inimaginables de la extensión patagónica.

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El dulce encanto de los sabores de la Patagonia

En los sabores locales confluyen ingredientes originarios con aquellos que llegaron en los barcos de la inmigración. La oferta gastronómica de la región rinde homenaje a estos legados, tomando de la tierra sus mejores frutos y combinándolos en recetas intensas y variadas.

Hongos de la Patagonia.

Hongos, tallos de la gigantesca nalca y el picante merkén son ofrecidos a quienes arriban a los establecimientos gastronómicos, ávidos por descubrir a qué sabe esta ancha extensión austral, que se eleva en la cordillera y hacia el este se desliza hasta perderse en el océano Atlántico.

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Cerveza artesanal

Como complemento de las comidas, año tras año se impone con mayor fuerza la cerveza artesanal, cuya elaboración gana terreno en la región con una producción de lúpulos que llama la atención en el resto del país e incluso en Sudamérica.

Cerveza con la montaña de fondo.

El lúpulo es el ingrediente que le otorga el amargor a la cerveza y es el componente básico, según los paladares más encumbrados de la bebida. Se estima que probablemente la humedad del microclima andino sea la que brinda las condiciones propicias para la proliferación en la región del tan deseado componente de la cerveza.

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Corredor de los Andes, belleza para disfrutar y proteger en la Patagonia

El turismo por el Corredor de los Andes en la Patagonia pone a prueba los sentidos, con su oferta de aventura y desafío al paladar; de la mano de su riqueza natural, que en cada estación del año luce una paleta de colores diferente.

Hombre mirando el río.

Este tesoro no es un bien inagotable y, por lo tanto, en cada parada se invita a tomar dimensión del valor del patrimonio natural y a tomar consciencia sobre la necesidad imperiosa de cuidarlo y de promover su defensa y resguardo. Cada rincón de este paisaje cordillerano ha sobrevivido a incontables movimientos tectónicos y a la creciente actividad humana.

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El Corredor de los Andes transmite una muestra de lo que abarca la inmensidad patagónica: ese conjunto de paisajes que aislados sorprenden, pero juntos y ordenados en circuitos, son un canal virtuoso hacia la emoción.

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