En 2005 tuvo un accidente que cambió su vida para siempre. Esto no lo detuvo, y su pasión por la nieve fue tan poderosa que lo llevó a convertirse en el primer instructor de esquí en silla de ruedas. En exclusiva para Patagonia Andina, conocé la inspiradora historia de Germán Vega.
Aquel miércoles 3 de agosto de 2005 el pronóstico anunciaba nevadas intensas en la zona de Bariloche. Germán era dueño de un negocio de ropa y se tomaba las horas del mediodía para alimentar su pasión: la nieve y la montaña. Sintió que el clima estaba feo, pero no tanto como para no ir. Como casi todos los días, sus amigos lo pasaron a buscar para ir al Cerro Catedral. Lo que sucedió, cambió el rumbo de su vida.
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El primer instructor de esquí en silla de ruedas
Germán nació en la ciudad de La Plata y se fue a vivir a Bariloche en el año 2000: “Me vine yo solo, con mi perro y la máquina de cortar el pasto”, recordó a Patagonia Andina. Su brújula siempre fue su pasión. Por eso quería estar cerca de la montaña y de la nieve, para sentir el viento frío en la cara y el calor intenso en el pecho.
Un obstáculo que le cambió la vida
El miércoles 3 de agosto de 2005 fue un típico día de invierno en Bariloche. Intensas nevadas, baja visibilidad y frío intenso. Incluso para Germán y sus amigos el clima estaba feo, pero no lo suficiente para pasar un día sin tener contacto con la nieve.
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Sensación premonitoria
“Ese día me pasaron a buscar mis amigos por el negocio donde yo trabajaba. El clima estaba feo, había nevado mucho y no había mucha visibilidad. Practicar algún deporte en la nieve, en esas condiciones, era solo para expertos… pero fuimos igual. Llegamos arriba, al Cerro Catedral, y mientras iba bajando con el snowboard, me topé con un obstáculo. Ahí me di un golpe fuerte que me provocó una lesión medular”, relató Germán.
En relación a las horas previas al accidente, Germán recordó una charla que tuvo que una persona, que más adelante lo volvió a ver y le recordó lo que le había dicho.
“El día previo al accidente me sentí algo extraño. Estaba hablando con un conocido y le dije: qué pensarías vos si mañana yo tengo un accidente y me quedo en silla de ruedas. Dicho y hecho. Fue increíble, realmente. Con los años lo volví a ver y me recordó lo que le había dicho yo ese día”, contó Germán aún con sorpresa.
Un instante que duró segundos
Germán ya había pasado muchas veces por aquella rampa del Cerro Catedral, pero ese día algo fue distinto. “El momento fue mientras iba en descenso haciendo snowboard. Tomé una rampa, perdí el control y me di vuelta campana. Ahí fue cuando me golpeé la espalda. Enseguida me di cuenta que no sentía las piernas ni las podía mover”.
Volver a empezar
“Estaba con cuatro amigos que me fueron a socorrer”, contó Germán. “Me rodearon, y les dije que así no quería vivir, que se acabó todo para mi. Me trasladaron en una ambulancia, mientras iba dentro estaba a los gritos diciendo: ¡Quedé paralitico, no quiero vivir más!”.
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Diagnóstico desfavorable
Atribulado por la incertidumbre, pero con algunas certezas negativas, Germán llegó al hospital donde recibió el primer diagnóstico: “Me dijeron que tenía una lesión medular y que no iba a poder caminar más, ni mover los brazos. Después, me trasladaron a La Plata donde constataron que la lesión era solo de la cintura para abajo”.
En tal sentido, precisó que “después de la operación hice una rehabilitación que duró unos tres meses. Pero en el primer mes ya estaba manejando y me fui a Bariloche, solo, a visitar a mis amigos. Me quería volver a toda costa y, con el tiempo, me volví a vivir allá”.
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El poderoso llamado de la montaña
Antes del accidente, Germán trabajaba con chicos con discapacidad, los entrenaba para correr maratones. “En 2006 volví a entrenar con los chicos, pero esta vez, para correr junto a ellos. Hicimos todos la maratón y a partir de ahí me metí de lleno en que quería volver a esquiar. Sentía esas ganas en el cuerpo de volver a la nieve”.
“Hoy – continuó Germán- sigo trabajando con personas con discapacidad en distintos lugares, uno de ellos es la Fundación Challenger Argentina“.
Convertirse en instructor de esquí en silla de ruedas
A casi un año del accidente, Germán aprendió a esquiar nuevamente y en menos de un mes recibió el título: “Con el correr del tiempo pude hacer el curso de instructor de esquí convencional. Es decir, que le iba a dar clases a personas que caminaban. Aprobé el curso y pasé a ser el primer instructor en el mundo en silla de ruedas”.
“Espero no seguir siendo el único por mucho tiempo. La idea de todo esto es que se abran cada vez más puertas y poder sentar precedentes”, anheló Germán.
El lugar donde cambió su vida
Los desafíos no terminaron para Germán. Pero tenía mucha experiencia en superarlos y sabía cómo hacerlo. Su voluntad ya había prevalecido sobre una gran cantidad de obstáculos, pero las vueltas de la vida lo pusieron, nuevamente, en el lugar donde se accidentó.
“Volví por primera vez al lugar del accidente junto con mi hermano. No sabía cómo iba a reaccionar. Cuando llegamos al sitio exacto, él me señaló y me dijo: ‘Ahí fue donde tuviste el accidente’. Yo lo miré y le dije: “Bueno, voy por la revancha”.
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“Cuando estoy en el cerro paso por ese mismo lugar todo el tiempo. No me afecta para nada, lo tomo como que es el lugar donde me cambió la vida”, recordó Germán con la simpleza propia de la superación.
El viento en la cara
Muchas veces, sentir el aire en el rostro es sinónimo de libertad. Y para ser libre, primero, hay que tener la voluntad de romper las cadenas.
“Es cierto que hay mucha gente que tuvo accidentes en la nieve y no quiso saber más nada. Conocí muchos y me han dicho: ‘vos estás loco, yo no toco nunca más la nieve’. Pero bueno, para mí es una pasión, me moviliza seguir haciendo lo que me gusta y tengo la voluntad de hacerlo. Quiero y elijo seguir sintiendo el viento en la cara”.
Querer da poder
Las personas como Germán hacen más de lo que dicen. Su actitud positiva flamea detrás suyo, y va dejando una estela de sensaciones auténticas y viscerales. El triunfo de la voluntad se refleja en sus ojos. Y el impulso que le otorgó el poder hacer viaja con él a todas partes y emana una energía positiva que contagia.
“Lo importante de todo esto, y el principal objetivo, es que la gente sepa que puede hacer cualquier tipo de deportes. Sólo hay que tener actitud positiva y querer hacerlo”, remarcó el primer instructor de esquí en silla de ruedas del mundo.
Un ejemplo de vida!!!!!! Felicitaciones a Germán!!!!