La zona cordillera que enmarca a Esquel y Trevelin, en la provincia de Chubut, no solo está envuelta por sorprendentes atractivos naturales, sino que tiene, además, la posibilidad de conocer el lugar donde se fabrica la miel más austral de Argentina. El emprendimiento Valle Andino produce cuatro tipos de mieles diferentes que pueden degustarse durante el recorrido.
Chubut, la miel de la Patagonia
A medio camino entre Esquel y Trevelin, al pie de la cordillera chubutense, el universo de la miel y las abejas convoca entre noviembre y marzo a visitantes que hacen una pausa para conocer por dentro los secretos de la producción apícola más austral del país.
El emprendimiento, de dos hectáreas de extensión, lleva el nombre de Valle Andino y está ubicado en un sector conocido como la “Bajada del Cóndor”, sobre un callejón que se desvía de la Ruta 259, a la altura del kilómetro 25.
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Chubut y su entorno único para la miel
Esquel y Trevelin están rodeadas de montañas, atravesadas por ríos y cuentan con hermosos bosques y lagos. Es por ello, que ambas localidades de la provincia de Chubut, reciben visitas de todas partes del mundo, durante todo el año.
En este contexto se emplaza el emprendimiento. Antes de llegar a la chacra, un paisaje de largos pinos escolta a una tranquera que atraviesan los visitantes para arrancar un recorrido que maravilla. Este paseo está enmarcado con la cordillera de fondo y en un entorno natural que redunda en el sabor y en el color de un producto sin igual.
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La miel, dulce natural de la cordillera de Chubut
Cientos de viajeros llegan a la zona, convocados por carteles en la ruta o a partir de comentarios o folletos en las oficinas turísticas, con el objetivo de conocer la producción apícola desde adentro.
Algunos se sienten atraídos por la posibilidad de llevar a sus mesas productos sanos, directamente de las manos hacedoras. Otros llegan atraídos por el complejo trabajo que realizan las abejas y, también, hay quienes arriban tras haber decidido endulzar sus alimentos con miel natural en lugar de azúcar procesada o edulcorante.
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Pioneros de la producción apícola patagónica
En la región, los apellidos Williams y Krieger aparecen mencionados cuando se indaga en los pioneros de la producción apícola de 40 años a esta parte. Actualmente, un grupo de 15 apicultores de la Comarca de Los Alerces sostiene un trabajo colaborativo que genera condiciones comunes ventajosas para el desarrollo regional de la producción.
Valle Andino, en Chubut, es el límite sur de la producción apícola del país. En el establecimiento producen miel, polen, cera de abejas y propóleos para comercializar, en un entorno natural en el que, a diferencia del marco que ofrece la pampa húmeda, no hay monocultivo, ni fumigaciones con agroquímicos.
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El entorno y su impacto significativo en la miel
El ciclo productivo de la miel está condicionado fuertemente por el clima. Las abejas empiezan a crecer en septiembre y se cosecha en enero y febrero. En marzo se empieza a terminar la temporada por el frío y recién en agosto se comienza nuevamente, dependiendo de la floración natural.
El resto del año, durante los meses más gélidos se trabaja en el mantenimiento de los materiales, en refuerzos nutricionales y en tratamientos sanitarios. Más al sur, con temperaturas más extremas, el porcentaje de mortandad de abejas es mayor y la producción apícola se limita a colmenas para autoconsumo.
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Características de las mieles más australes
En esta parte del mundo se realizan cuatro tipos de mieles, marcada por la floración nativa proveniente de pasturas naturales, arbustos, plantas y flores propias de la región.
Variedades
En un principio, elaboraban una variedad a la que le llamaban “multifloral” o “miel del valle”, fruto del trabajo en 1200 colmenas repartidas en 30 campos. Se le llamaba así porque su consistencia, color y sabor estaba condicionada por la conjugación de diversas floraciones.
Tiempo después, se empezó a producir otra variedad, esta vez a partir de una pastura de flor de vicia de Trevelin. En otro campo, se comenzó a trabajar específicamente con flor de chacay, “el árbol de la montaña”, y con manca caballo, típicas de la zona.
Y en un apiario (conjunto de colmenas) en la zona de Gualjaina, florece el melilotus o trébol de olor, que genera otra variedad que ha sido incorporada a la oferta.
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En las visitas guiadas, los visitantes prueban las cuatro mieles y a partir de las respuestas que van brindando, se van definiendo los caracteres de cada una. La de vicia es la más clara que tiene este establecimiento, con un sabor más dulce. La de melilotus es también clara, más aromática y se cristaliza más rápido. La multifloral y la de manca caballo son las dos más fuertes y oscuras, que aclaran cuando se cristalizan y cuentan con sabor más intenso. Incluso la de manca caballo, tiene un particular dejo amargo en su sabor.
Una propuesta diferente para toda la familia
De noviembre a marzo, de jueves a domingo entre las 11.00 y las 20.00, el establecimiento abre sus puertas para los visitantes. Para ver a las abejas en vuelo, lo ideal es ir temprano porque al bajar la temperatura, con la caída de la tarde o si hay mucho viento, las especies se guarecen.
En el lugar, los visitantes pueden admirar todo el proceso de producción de la miel de Chubut. Con los materiales a la vista, se exponen colmenas para ver el trabajo por dentro. Hay un apiario, se comparte el movimiento de una colonia de abejas y se dan a conocer las funciones que la reina, los zánganos y las obreras realizan a través de una minuciosa organización: hecho que suscita especial atención entre los turistas.
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A través de un vídeo, se muestra cómo se realiza la tarea de extracción y fraccionado en una sala comunitaria de Esquel y finalmente, la visita concluye con una degustación de las cuatro mieles.
Más opciones, en un paseo distinto
En la misma línea, durante el paseo en la chacra, también se puede visitar una huerta orgánica para consumo personal donde, además, se siembran flores para experimentar con las predilectas de las abejas. También se produce lombricompuesto, abono natural muy rico en nutrientes, que colabora con el objetivo final de volver autosuficiente y sustentable el emprendimiento.
El establecimiento está pensado para pasar la tarde, por lo que cuenta con un área de juegos para niños y un espacio de esparcimiento con un patio abierto y arbolado para compartir meriendas. Esta propuesta, es una manera diferente de conocer un emprendimiento apícola y una singular forma de apreciar el vasto paisaje en la cordillera chubutense.